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Calibración de visualizadores. Parte V.

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En este número llegamos al último capítulo de la presente serie de artículos sobre calibración en el que trataremos el ajuste de color. Tras haber recorrido todos los aspectos del ajuste de imagen en el orden en que debe realizarse el proceso, desde los más básicos y fundamentales ajustes de brillo y contraste, hasta la escala de grises -que es el primero de los que podríamos denominar “avanzados”-, hemos ido viendo cómo obtener el máximo rendimiento de nuestro visualizador, quedando pendiente únicamente la optimización del gamut de color.

Texto: Javier SAIZ

Para una mejor comprensión de los términos y conceptos que mencionaré en este artículo, permítanme recomendarles la lectura del tercer capítulo del especial de calibración de mi compañero Javier Guerra aparecido en el nº 67 de julio de 2009, en el que se aborda con detalle la teoría necesaria para entender con facilidad lo que veremos a continuación.

En el artículo de ajustes básicos, decidí deliberadamente evitar comentar el ajuste del control “color”, presente en la práctica totalidad de los visualizadores. No lo menciono hasta ahora por el sencillo motivo de que considero que sólo tiene relevancia en los casos en los que no se dispone de un CMS con los controles para ajustar los colores primarios y secundarios y, además, sólo como complemento “grueso” de éstos. Por otra parte, incluso en el caso de no tener más posibilidad de ajuste de color que el mencionado control, no debe recurrirse al empleo de filtros, por su falta de precisión y, como veremos a continuación, porque podemos hacer más mal que bien a la imagen.

La mayor parte de los fabricantes implementan el control de color de forma que modifica simultáneamente la saturación y la luminancia de todos los colores actuando como un control de “chroma”. Si el comportamiento de todos los colores fuese similar en nuestro visualizador, con él ahorraríamos tiempo al calibrar, eliminado la necesidad de actuar de forma independiente para cada uno. Pero la realidad es que aún tengo que encontrar un visualizador en el que esto suceda. De hecho, es harto frecuente encontrar que mientras unos colores tienen exceso de saturación o luminancia los otros presentan carencias más o menos grandes. Si no disponemos de ningún tipo de CMS, nuestra única posibilidad de corregir las desviaciones será mediante el empleo de este control y, como en ocasiones anteriores, tendremos que buscar soluciones de “compromiso”, es decir, aquellas que minimicen los errores, pero sabiendo que el resultado no será óptimo. A modo de ejemplo, imaginemos que solamente tuviésemos dos colores en nuestro visualizador, rojo y verde, el primero presenta exceso de saturación y de luminancia, mientras que el segundo tiene un comportamiento completamente opuesto. En esta situación, podríamos optimizar el rojo a costa de aumentar aún más el error del verde o bien buscar un punto en el que ambos estén “menos mal” pero en el que tampoco estén bien. Esta decisión aparentemente sencilla (iríamos a la segunda) se complica en función de las diferencias de error y cuando no sólo hay dos sino seis colores a tener en cuenta. Para saber cuál es la medida exacta en la que hay que modificar el valor predeterminado, o incluso si es mejor no alterarlo, no queda más remedio que recurrir al equipo de calibración.

A diferencia de HCFR, las aplicaciones como Calman o Chromapure nos permiten conocer en qué medida contribuye cada uno de los componentes de la desviación global ΔE, a la que por motivos de comodidad llamaremos dE, cambiando el símbolo griego de la letra delta por su inicial. Nada mejor que una imagen para explicarles este apartado, en este caso, una captura del software Calman de Spectracal (Pioneer PDP-LX5090H):



Si en esta captura nos fijamos en la sección vertical en la que se encuentran los recuadros de los distintos deltas –arriba, el Total, y justo debajo, los de Luminance (que en adelante llamaremos L, y a su desviación, dEL), Color (S, dES) y Hue (H, dEH)- podemos ver dos buenos ejemplos de cómo cada componente contribuye en distinta medida en función de cómo influyen en nuestra percepción del mismo. Fijándonos en dos colores con dE Total similar, el azul y el magenta, vemos claramente la importancia del dEL: en el caso del azul, gracias a una cifra baja en este error se puede “permitir” errores relativamente grandes en los dES y dEH y, sin embargo, la cifra final agregada no llega a un valor de 2; mientras que en el magenta observamos cómo el dE Total casi coincide con el dEL, por muy bajos que sean sus dES y dEL.

En el centro, destaca el CIE, en este caso el modelo xy de 1931, que puede cambiarse por el modelo CIE UV considerado perceptualmente más uniforme, es decir, que muestra como mayores los errores que nuestros ojos perciben con mayor facilidad. Si en el ejemplo anterior cambiamos a este modelo, obtendríamos lo siguiente:



Con esta forma de representación es más fácil apreciar que el rojo, magenta y azul están más alejados de sus objetivos de lo que aparentaban en el modelo CIE 1931.

En la parte superior derecha, se halla el cuadro que contiene las desviaciones porcentuales de luminancia respecto a las que debería tener cada color en función del color blanco medido con una plantilla de igual intensidad. En nuestro ejemplo, el magenta presenta una luminancia un 7% inferior a la que debería tener.

Una vez que hemos comprendido cómo usar la pantalla que encontramos en la sección de ajuste de gamut de nuestra aplicación, lo siguiente a tener en cuenta es seleccionar la intensidad de las plantillas que hay que utilizar en el ajuste de color. Si buscamos información en Internet sobre este asunto, nos encontramos con opiniones dispares sobre si recurrir a las de 75 o 100% de intensidad, con argumentos de peso a favor y en contra de ambas opciones. Personalmente, prefiero usar las primeras (por estar potencialmente más cerca de la mitad del rango dinámico), salvo en aquellas ocasiones en que el visualizador no se comporte bien a esa intensidad, visualmente más crítica que el 100%, en cuyo caso recurriremos a las segundas.

Un concepto que hay que tener muy claro es que los ajustes de los CMS siempre reducen el gamut de color de nuestro visualizador, no siendo posible, como es lógico, incrementarlo más allá de las posibilidades físicas del mismo. Ni siquiera con ayuda de procesadores externos podremos ir más allá de los límites físicos del panel o proyector. Por este motivo, siempre que dispongamos de un CMS completo y funcional, será recomendable elegir los modos de color “ampliados”, en caso de que los “normales” o “nativos” tengan un área inferior a la del estándar al que estemos calibrando. Utilizando como ejemplo el gráfico del CIE UV, es posible ver que el color azul está por fuera del área objetivo. En este caso, no sería posible mover el azul a su coordenada ideal por estar fuera de los límites del visualizador. Sí sería posible desplazarlo por los lados del triángulo o incluso hacia el interior, a costa de reducir nuestro rango de color. Otro efecto colateral del ajuste de gamut puede ser la aparición de “banding” y posterización debido al efecto redondeo (si se realiza con una precisión de 8bit o menor) y a la reducción de rango dinámico derivada de la minoración de los valores RGB de cada color. Cuanto mayor sea la calidad del equipo empleado (capacidad de procesado, diseño de controles, etc.) menor será la aparición de este tipo de problemas.

En nuestro ejemplo (ver gráfico completo) las saturaciones son razonablemente buenas, el verde está muy ligeramente sobresaturado, el rojo algo exagerado y el azul no está sobresaturado pero se encuentra desplazado hacia el verde. Simultáneamente, observamos cómo el verde presenta un exceso de luminosidad, mientras que al rojo le sucede todo lo contrario (el azul está, básicamente, correcto). Si únicamente disponemos del control “color” común a todos los visualizadores poco podremos hacer, ya que, como he dicho antes, al afectar simultáneamente a la saturación y la luminancia lo que corrijamos por un lado lo estropearemos por otro. Si bajamos el “color”, reduciremos la saturación del rojo, que quedará mejor en nuestro CIE, pero perderá demasiada luminancia. El verde quedará por dentro del CIE objetivo y mejorará al reducir su exceso de luz, mientras que el azul pasará a tener un error de luminancia que ahora casi no tiene e incrementará notablemente su dE Total.

Existen numerosas implementaciones de conjuntos CMS, cada fabricante entiende el ajuste a su modo (y además pueden existir patentes) e implementa distinto número de controles. Unos funcionan mejor que otros y en algunos casos es mejor ni usarlos, porque introducen efectos secundarios que deterioran la imagen en mayor medida que la posible mejora o no hacen lo que se supone que debían hacer. Nos podemos encontrar, como en el caso del JVC HD750, con un CMS 3D en el que los nombres de los controles coinciden con el parámetro a ajustar (L, S y H para cada color primario y secundario) o, como en el caso de Samsung y los procesadores de vídeo de Lumagen (ambos con un excelente funcionamiento), la posibilidad de alterar la combinación RGB para cada uno de esos mismos colores en los que el componente del mismo color (p.ej. el B en el azul) actúa como L, la modificación de los complementarios en distinta medida como H y en la misma medida como S . También hay visualizadores con CMS 2D, como los utilizados por paneles de LG o Panasonic (sólo colores primarios), en los que sólo se nos ofrece ajuste de S y H (podremos usar el control “color” junto con el de S para afinar). En cualquier caso y con independencia del CMS con que nos encontremos, siempre hay que verificar su funcionamiento mediante el proceso “medición ->pequeño ajuste ->medición”.

A pesar del esfuerzo realizado para condensar y hacer “digerible” un tema que da para mucho más, lo que inicialmente iba a ser una miniserie de dos capítulos, ha terminado convirtiéndose en un saga de cinco, con la que espero haber contribuido a animarles a considerar el ajuste de sus propios visualizadores y obtener de ellos el máximo rendimiento que son capaces de entregar.